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Evolución de la televisión

Ya muy pocos deben de recordar como eran los televisores por aquella época en que comenzaron su lenta pero segura invasión a los hogares en todo el mundo. Gigantescas y pesadas unidades que requerían un buen pedazo de la habitación, que debían calentarse unos minutos para poder emitir imágenes entendibles, solo en blanco y negro, con diales físicos que uno debía pararse, acercarse y girar para poder sintonizar y una encantadora antena metálica que servía como puerto de entrada para la magia de la “caja chica”.

Parece mentira pensar que desde aquello hemos llegado a lo que tenemos hoy. Unidades más delgadas que un dedo, que dan imágenes del tamaño de la pared siempre disponibles y conectadas al mundo para traernos lo que sea que deseemos ver. Algunas hasta haciendo caso a palabras y gestos como forma de control principal, nada que ver con las consolas monstruosas de antaño.

Hemos pasado de 2 canales borrosos a toda la cartelera mundial, más contenido del que pueda ser jamás visto, en gloriosa resolución 4k que nos da imágenes nítidas en pantallas de 50 pulgadas aún a poca distancia. Televisores conectados a Internet donde ya se perdió la limitación del cable y podemos ver lo que queramos cuando se quiera, comprar y consumir contenido a la velocidad del pensamiento con mandos en los que podemos susurrar acciones para que el televisor ejecute. Hemos llegado muy lejos con estas “cajas bobas”, mucho más de lo que alguna vez incluso se llegó a pensar en los más alocados sueños de inventores y tal parece que aún no hemos terminado.